El hundimiento del RMS Titanic fue la catástrofe marítima más recordada de todos los tiempos, ocurrió la noche del 14 al 15 de abril de 1912, cuando el transatlántico británico, que realizaba su viaje inaugural entre Southampton y Nueva York, chocó contra un iceberg en el océano Atlántico frente a las costas de Terranova.

Aunque el Titanic pertenece al fondo del mar y su mil veces recreada salida hacia Nueva York se hizo desde el puerto de Southampton, el barco de los barcos es hijo natal de la capital de Irlanda del Norte. Se construyó en sus astilleros y se cuenta que a la botadura asistieron más de cien mil personas, el 31 de mayo de 1911, que querían ver si uno de los proyectos más ambiciosos de la ingeniería mundial era capaz de mantenerse a flote. Y vaya si lo hizo, aunque ni siquiera durante un año.

El Titanic durante su viaje inagural

Ha inspirado decenas de películas y creado una devoción popular que “tocó fondo” cuando el batiscafo Jason Jr. pudo filmar el transatlántico a cuatro mil metros de profundidad. El atractivo infinito que genera su historia se tradujo, en 2012, exactamente cien años después de su hundimiento, en la inauguración en Belfast de un enorme espacio de memoria e interpretación, Titanic Belfast, que va mucho más allá del morbo y que está a la altura de las dimensiones del que fue el mayor barco del mundo en su momento.

Y es que, aunque oír Titanic nos traiga a la mente a Leonardo di Caprio hundiéndose congelado en el mar, este coloso es un exponente impecable de la gloria pasada de la industria británica, de la historia de Belfast y sus astilleros, de la estética del lujo y glamour de principios de siglo XX.

Este espacio interactivo se ubica en un edificio vanguardista que emula cuatro proas de seis plantas de altura, rodeado de una gran plaza diáfana donde se construyeron y botaron los transatlánticos mellizos Titanic y Olympic, cuyas dimensiones se pueden apreciar gracias a proyecciones que realizan sobre el suelo al atardecer.

El Titanic en los astilleros durante su construcción

Además de salas de exposiciones temporales, talleres para la comunidad y un enorme salón para banquetes, cuenta con una enorme exposición permanente de lo más efectista, con mucha carga audiovisual, hologramas incluidos, y numerosas instalaciones interactivas pensado para niños y mayores, donde se dan a conocer todos los detalles del Titanic, su construcción y de su trágico final.

En total son nueve salas (¡la visita media dura entre dos y cuatro horas!) llenas de imágenes, sonidos, olores e historias del Titanic, la ciudad y la gente que lo construyó. Las distintas áreas temáticas se presentan con los títulos de El boom de Belfast, El astillero y el muelle, La botadura, El equipamiento, El viaje inaugural, El hundimiento, Las secuelas, Mitos y leyendas y El Titanic sumergido.

Escalinata del Titanic, una de las muchas muestras de su lujo

Si tu viaje te permite conocer más de esta isla increíblemente bella Irlanda conjuga el verde de sus praderas con los tonos grisáceos de sus piedras, creando así maravillosas construcciones naturales que sirvieron para levantar sus deslumbrantes castillos, catedrales e iglesias. Recorrer su geografía permite descubrir su encanto. La mentalidad y las particularidades irlandesas se comprenden conociendo su historia, y es que no hay olvidar la división política y administrativa de la isla, que engloba a dos países: la República de Irlanda (Eire), país soberano, e Irlanda del Norte, bajo la soberanía del Reino Unido. Cuatro provincias conforman Irlanda, en el norte, el Ulster –con nueve condados, seis de los cuales pertenecen a Irlanda del Norte– con capital en Belfast; Connacht al oeste, con capital en Galway; Munster al sur, con capital en Cork y Leinster al este, con capital en Dublín que es su principal destino urbano. En el condado de Kerry, a unos 3 kilómetros de Cahersiveen, están las ruinas de un bonito castillo, el Castillo Ballycarbery. Lo mejor es que te lleves una de nuestras guías, la ‘Guía Total’ o la ‘Guía Viva’ para disfrutar al máximo de este país.

¡No te pierdas este icono arquitectónico norirlandés cuando vayas a Belfast!

Texto: Miguel Cuesta